’ Estad también vosotros preparados ’


Estad en vela porque no sabéis que día vendrá vuestro Señor

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’ Estad también vosotros preparados ’
Religión
Agosto 26, 2020 20:10 hrs.
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La Palabra de Dios


Memoria de Santa Mónica

Primera lectura
1 Cor 1, 1-9
Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, mi colaborador, saludamos a la comunidad cristiana que está en Corinto. A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo, así como a todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de Cristo Jesús, Señor nuestro y Señor de ellos, les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.

Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 144, 2-3. 4-5. 6-7
R. (cf. 1b) Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Un día tras otro bendeciré tu nombre
y no cesará mi boca de alabarate.
Muy digno de alabanza es el Señor,
por ser su grandeza incalculable. R.
R. Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Cada generación, a la que sigue
anunciará tus obras y proezas.
Se hablará de tus hechos portentosos,
del glorioso esplendor de tu grandeza. R.
R. Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.
Alabarán tus maravillosos prodigios
y contarán tus grandes acciones;
difundirán la memoria de tu inmensa bondad
y aclamarán tus victorias. R.
R. Siempre, Señor, bendeciré tu nombre.

Aclamación antes del Evangelio
Mt 24, 42. 44
R. Aleluya, aleluya.
Estén preparados, porque no saben
a qué hora va a venir el Hijo del hombre.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 24, 42-51
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’Velen y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.

Fíjense en un servidor fiel y prudente, a quien su amo nombró encargado de toda la servidumbre para que le proporcionara oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si al regresar su amo, lo encuentra cumpliendo con su deber. Yo les aseguro que le encargará la administración de todos sus bienes.

Pero si el servidor es un malvado, y pensando que su amo tardará, se pone a golpear a sus compañeros, a comer y emborracharse, vendrá su amo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará severamente y lo hará correr la misma suerte de los hipócritas. Entonces todo será llanto y desesperación’’.

Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros
Aunque ahora estén más de moda los mensajes cortos e inmediatos a través de whatsapp, la carta sigue siendo un medio importante de comunicación; nos permite dirigirnos a los otros de manera más pausada y sobre todo más meditada. Con frecuencia ha sido, sobre todo cuando se experimenta la distancia, una forma de hacernos cercanos y hacer cercanos a aquellos a quienes queremos.

Me parece interesante meditar en esta relación que Pablo cultivó con las comunidades que había fundado a través de sus cartas; su deseo de cuidar a los hermanos, de sostenerles en la fe, de que experimentaran su cercanía y apoyo, de acompañar sus crisis, de animarles a permanecer arraigados en Cristo. Fundamentalmente esto último. Porque para Pablo, la meta de la vida es, como nos dice al final de esta lectura, ’participar en la vida de Cristo’.

A través de sus cartas descubrimos la manera de pensar de Pablo, su Teología, tan profundamente Cristológica. Y también descubrimos las dificultades por las que pasaron las primeras comunidades paulina y, como en este caso, sus divisiones.

Aunque el tema que tiene que abordar con la comunidad de Corinto es difícil, sin embargo Pablo, en su saludo a los hermanos, refleja lo que es previo y anterior a todo reproche o cuestionamiento: la conciencia de que esa comunidad es Iglesia de Dios, y que es Dios quien la ha enriquecido de dones y quien va a mantenerla firme hasta el final. Porque aunque nosotros seamos débiles, Dios es fiel.

Desde esa confianza en la acción de Dios en nuestras vidas y la fuerza transformadora de la Gracia, abrámonos a la lectura de esta carta que hoy comenzamos. Y como Pablo, llevémonos unos a otros en la oración, antes que nada desde la acción de gracias, sabiéndonos pertenecientes a una misma Iglesia universal, hermanos en la fe, más allá de los lazos de sangre.

Preguntémonos este día ¿A quién tenemos presentes en nuestra oración? ¿Agradecemos cada día que Dios nos haya dado hermanos y hermanas de camino?

Ser agradecidos… Esta es la invitación que resuena con fuerza en esta primera lectura del día. Esto sólo es posible si somos capaces de ver la acción de Dios a nuestro alrededor, cómo trabaja en medio del mundo y de nosotros su Espíritu, cómo nos enriquece sin medida; si somos capaces de acoger, con paciencia y confianza la tensión entre lo que ya está como germen de vida y lo que esperamos que se manifieste y llegue a su plenitud.

Estad en vela porque no sabéis que día vendrá vuestro Señor
Seguramente a muchos de nosotros nos ha tocado, en medio del duelo, recoger o recibir las pertenencias de quienes se nos han ido. Hay personas a quienes les gusta guardar, otras cuya tendencia es tirar. En el caso de las primeras, entrar en su habitación es como entrar en un museo de tan lleno que está de historia; de las segundas, a veces nos es difícil encontrar algo con lo que quedarnos de recuerdo. En la mayoría de los casos, pienso, la muerte les pilló, nos pilló desprevenidos. Desde luego, nadie sale de su habitación pensando en que no va a volver a entrar en ella.

Y no es que crea que el Evangelio de hoy nos hable fundamentalmente de la muerte, aunque también, pero es cierto que el hecho de la muerte nos pone de una forma más clara y evidente frente a la verdad de nosotros mismos; nos desnuda de toda prepotencia y orgullo para dejarnos con nuestra vulnerabilidad más viva y llenos de preguntas que tienen que ver con los para qué, con las deudas pendientes, con las esperanzas truncadas y con las que permanecen, con lo que quedó a medias y con lo que aprovechamos; con lo que es irreversible pero también con lo que es todavía posible; con lo que nos hizo sufrir pero también con lo que nos enriqueció; con las relaciones que descuidamos pero también con las que cultivamos.

Por ejemplo, yo a veces me he preguntado: si por lo que fuera, de repente me pasara algo, ¿Cómo encontrarían los otros mi habitación? ¿Qué dicen de mí mis cosas? ¿Qué he ido guardando y guardando y por qué? ¿Estaría igual mi habitación y también mi vida si supiera que hoy era mi último día en esta vida? ¿Qué cuidaría más y a qué daría más valor?

Este ’no sabéis qué día vendrá vuestro Señor’ y por tanto esta llamada a ’estar en vela’ es para mí hoy una invitación a soltar, a relativizar, a centrarme en lo esencial, a no perder tiempo ni gastarme en luchas inútiles, a cuidar a la gente, a sonreír y decir palabras amables a los otros más que a vivir enfadada; sobre todo a no perder el tiempo en provocar a mi alrededor más dolor del que ya existe, no añadir sufrimiento sino poner, en la medida del don recibido, algo de la bondad que hemos recibido de parte de Dios.

Dejemos resonar en nuestro corazón esta pregunta ¿Qué significa para mí hoy permanecer en vela, en medio de las situaciones que vivo y en esta etapa de mi vida?

Hna. María Ferrández Palencia, OP
Congregación Romana de Santo Domingo

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