’ El que no recoge conmigo desparrama ’


Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón

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’ El que no recoge conmigo desparrama ’
Religión
Marzo 24, 2022 05:47 hrs.
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La Palabra de Dios


Jueves 25 marzo, 2022
Primera Lectura
Jer 7, 23-28
Esto dice el Señor: ’Ésta es la orden que di a mi pueblo: ‘Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen siempre por el camino que yo les mostraré, para que les vaya bien’.

Pero ellos no escucharon ni prestaron oído. Caminaron según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, y en vez de darme la cara, me dieron la espalda, desde que sus padres salieron del país de Egipto hasta hoy.

Yo les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero ellos no los escucharon ni les prestaron oído. Endurecieron su cabeza y fueron peores que sus padres. Tú les dirás, pues, todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: ‘Éste es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, su Dios, ni aceptó la corrección. Ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca’ ’.
Palabra de Dios
Te alabamos Señor

Salmo Responsorial
Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9
R. (8) Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, lancemos viva al Señor,
aclamemos al Dios que nos salva.
Acerquémonos a él, llenos de júbilo,
y démosle gracias.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, y puestos de rodillas,
adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo,
pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo;
él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
’No endurezcan su corazón,
como el día de la rebelión en el desierto,
cuando sus padres dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras’.
R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.


Aclamación antes del Evangelio
Joel 2, 12-13
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor,
Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí,
que soy compasivo y misericordioso.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Evangelio
Lc 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: ’Éste expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios’. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: ’Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama’.
Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy
Escuchad mi voz
El profeta Jeremías se presenta ante el pueblo para recordarle lo que han olvidado: ’Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.’ Es importante prestar atención a lo que nos dice. La invitación a escuchar es una constante en la historia de Israel. Una invitación que se torna mandato: ’Escucha, Israel...’ La Voz revela la Alianza que Dios establece ’Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.’ Se pone de manifiesto la iniciativa tomada por Dios en favor de Israel que va a sobrepasar los límites de un pueblo, para alcanzar a la humanidad entera. Por tanto la invitación a escuchar va dirigida al ser humano, amado por Dios. ¿Qué espera? No otra cosa sino que sigamos el camino que nos señala. Es ahí donde radica el problema. No escuchar conduce al abandono del camino señalado.

No escucharon ni hicieron caso. Son dos posibles reacciones. No escuchar implica no enterarse y por lo mismo no se puede responder por falta de atención. No hacer caso, porque no se presta atención (el que tenga oídos para oír, que oiga). Pero puede ocurrir que nos enteramos pero no se obedece (no se hace caso). Tenemos nuestras ideas, tenemos nuestros afectos y nos damos por satisfechos, aunque estén, unas y otros, llevándonos a la autodestrucción. Con todo, al profeta se le manda: ’Aun así les dirás: Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca.’

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón
Una petición que expresa un deseo. En lo más profundo del ser humano está asentado ese deseo, tantas veces apagado por las preocupaciones que agobian, los afanes por asuntos inútiles que resecan y endurecen. Recordar las palabras del profeta: ’Os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.’ Desear escuchar la voz del Señor y escucharla de hecho, pues lo que Dios desea es que no tengamos un corazón duro. No estar endurecidos sino permanecer con la sensibilidad necesaria para atender y entender lo que pasa a cada persona. Es un ejercicio constante. Para hacer lo que Jesús hizo hay que escuchar como él escuchó. No hacía sino lo que veía hacer al Padre y no comunicaba sino lo que le oía. Jesús escucha al Padre y al mismo tiempo a cada persona.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama
Jesús estaba echando un demonio que era mudo. Junto a él hay una multitud que se admira. Brota dicha admiración al contemplar cómo el mudo habla. El bien procurado a esta persona despierta la admiración de la multitud. Frente a muchos, algunos y otros. No todos se admiran. Aparecen los críticos sin la más elemental lógica humana: ’Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios.’ Otros piden un signo del cielo.

Y eso es lo que Jesús acaba de hacer: ’Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.’ Los milagros que él realiza van más allá del hecho milagroso, para convertirse en signo, señal de lo que realmente está ocurriendo. Y lo que ocurre es que con él el reino de Dios ha llegado.

El mismo Jesús conduce la reflexión que cada uno tiene que hacer, examinando lo que ellos mismos dicen, para que vean hasta dónde están errados. Si Satanás está dividido ¿cómo se mantendrá su reino? Para poder reconocer los signos del Reino hay que despojarse de los prejuicios. Hay que dejar espacio a la admiración y a la sorpresa de un Dios que se ha hecho cercano. Que usa un lenguaje inteligible. El misterio se ha hecho pura transparencia. Eso es lo que percibe la gente sencilla y por eso Jesús afirma que lo ha revelado a la gente sencilla, que es capaz de dejarse llenar por la alegría que produce su presencia.

Y termina el pasaje con esta afirmación de Jesús: ’El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. No hay alternativa posible para acceder al Reino. Jesús es el camino. En su Persona se revela todo el misterio de Dios. Por eso el camino cuaresmal arranca centrándose en el misterio de Cristo para vivirlo en plenitud. La penitencia cuaresmal se ordena a quitar todo aquello que impide que el misterio de Cristo ilumine la existencia humana. Su luz nos hace ver la luz.

Podemos entender la frase final como comunión con él. No aceptarlo o romper la comunión con él desemboca en enfrentamiento y dispersión. Con él o contra él; recoger con él o sin él dispersar. El planteamiento se nos hace a cada uno y tendremos que responder y definirnos. La cuaresma es un buen tiempo para considerar de qué lado estamos y hasta dónde estamos dispuestos a llegar.
Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.
Convento de Santa Cruz la Real (Granada)

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