La Palabra de Dios
Sábado 25 de abril 2020
Fiesta de San Marcos, evangelista
Primera lectura
1 P 5, 5-14
Queridos hermanos: Que en su trato mutuo la humildad esté siempre presente, pues Dios es enemigo de los soberbios, y en cambio, a los humildes les concede su gracia. Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes.
Estén alerta y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resístanle con la firmeza de la fe, sabiendo que sus hermanos, dispersos por el mundo, soportan los mismos sufrimientos que ustedes.
Dios, que es la fuente de todos los bienes, nos ha llamado a participar de su gloria eterna en unión con Cristo, y después de estos sufrimientos tan breves, los restaurará a ustedes, los afianzará, fortalecerá y hará inconmovibles. Suyos son la gloria y el poder para siempre. Amén.
Por medio de Silvano, a quien considero hermano digno de toda confianza, les he escrito esta breve carta para que sepan cuál es la verdadera gracia de Dios y animarlos a permanecer firmes en ella.
Los saluda la comunidad de Babilonia, a la que Dios ha elegido, lo mismo que a ustedes. También los saluda mi hijo Marcos. Salúdense los unos a los otros con el beso fraterno. Les deseo la paz a todos ustedes, los que son de Cristo.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor
Salmo Responsorial
Salmo 88, 2-3. 6-7. 16-17
R. (cf. 2a) Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: ’Mi amor es para siempre
y mi lealtad, más firme que los cielos’. R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
El cielo, Señor, proclama tus maravillas,
y tu lealtad, la asamblea de los santos.
¿Quién se compara a Dios sobre las nubes?
¿Quién es como el Señor entre los dioses? R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Señor. Feliz el pueblo que te alaba
y que a tu luz camina,
que en tu nombre se alegra a todas horas
y al que llena de orgullo tu justicia. R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
1 Cor 1, 23. 24
R. Aleluya, aleluya.
Nosotros predicamos a Cristo crucificado,
que es la fuerza y la sabiduría de Dios.
R. Aleluya.
Evangelio
Mc 16, 15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ’Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos’.
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
Reflexión del Evangelio de hoy
"Tened sentimientos de humildad unos con otros"
El texto nos plantea dos cuestiones muy importantes: en primer lugar, la actitud de los dirigentes de la comunidad cristiana, que debe ser de profunda y sincera humildad, poniéndose al servicio de los hermanos y, de esta manera, evidenciar que la Gracia, y no una persona concreta, está presente y actuante. En segundo lugar, la importancia de una fe firme en el Señor para soportar las tentaciones y las persecuciones que acechaban a los primeros cristianos.
La Carta de San Pedro insiste mucho en la Gracia. Sin ella el cristiano, la Iglesia nada puede por mucho que se esfuerce (y debe hacerlo). Muchas veces la personalidad de algunos ministros, el activismo de clérigos y laicos, pero también la debilidad del miedo ante las insidias y persecuciones nos hacen olvidar que solo el Espíritu sostiene y alimenta nuestras comunidades cristianas. Es precisa la oración confiada, ’descargar en Dios todo agobio’ porque Él, que nos quiere más de lo que puede decirse, nos ’restablecerá, afianzará, robustecerá y dará estabilidad’.
"A los que crean les acompañarán signos"
En este apéndice del Evangelio de San Marcos se narra la Resurrección de Cristo y el envío de los apóstoles. La Pascua es la gran Noticia, la auténtica Buena Nueva que ningún cristiano debe guardarse para sí, sino predicarla al mundo entero, a toda la humanidad que entonces y ahora tanto la necesitan. Solo Jesús salva. Es una Salvación integral que abarca todas las dimensiones del ser humano: desde la mediocridad o tibieza hasta la superación definitiva del pecado y la muerte.
La predicación implica el testimonio personal de los cristianos. Por eso el Evangelio nos dice que a los que crean les acompañarán unas señales, unos signos inequívocos, extraordinarios, pero especialmente el Amor, pues ’solo el Amor es digno de Fe’. Los cristianos somos otros ’cristos’ entre los hombres y, en ese sentido, tenemos una alta responsabilidad: la de ser testigos fiables del Evangelio de la Pascua.
En estos momentos de miedo e incertidumbre, la Iglesia, es decir, cada uno de nosotros, tenemos que predicar la Pascua de la Esperanza. Como se puede leer en los Hechos de los Apóstoles, a los cristianos se les conocía por el amor y la solidaridad que se tenían entre ellos. Como reza la conocida canción: ’Alegría hermanos, que si hoy nos queremos es que Resucitó’. Es esta la misión a la que Jesús nos manda, porque la Pascua es un Acontecimiento dinámico y la Iglesia que somos no tiene razón ni sentido si no predicamos poniéndonos en camino hacia el hermano necesitado de pan, de salud y de Dios.
’El mundo se transforma en el espacio de nuestra nueva vida de resucitado. En pie, y con la frente alta, podemos compartir la humillación de aquellos que todavía hoy, como Jesús, están en el sufrimiento, en la desnudez, en la necesidad, en la soledad, en la muerte, para ser, gracias a Él y con Él, instrumento de rescate y de esperanza, signos de vida y de resurrección’.
(Papa Francisco. Audiencia General de 28 de marzo de 2018)
D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad ’Amigos de Dios’ de Bormujos (Sevilla)