’ No sólo de pan vive el hombre ’


TIEMPO PROPICIO PARA SEMBRAR EL BIEN

| | Desde guerrerohabla.com
’ No sólo de pan vive el hombre ’
Religión
Marzo 06, 2022 01:41 hrs.
Religión ›
Agencia de noticias Plata Pura › guerrerohabla.com

La Palabra de Dios

I Domingo de Cuaresma


Primera Lectura
Dt 26, 4-10
En aquel tiempo, dijo Moisés al pueblo: ’Cuando presentes las primicias de tus cosechas, el sacerdote tomará el cesto de tus manos y lo pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás estas palabras ante el Señor, tu Dios:

‘Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto y se estableció allí con muy pocas personas; pero luego creció hasta convertirse en una gran nación, potente y numerosa.

Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra humillación, nuestros trabajos y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo protector, con un terror muy grande, entre señales y portentos; nos trajo a este país y nos dio esta tierra, que mana leche y miel. Por eso ahora yo traigo aquí las primicias de la tierra que tú, Señor, me has dado’.

Una vez que hayas dejado tus primicias ante el Señor, te postrarás ante él para adorarlo’’.
Palabra d Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15
R. (cf. 15b) Tú eres mi Dios y en ti confío.
Tú, que vivas al amparo del Altísimo
y descansas a la sombra del todopoderoso,
dile al Señor: ’Tu eres mi refugio y fortaleza;
tú eres mi Dios y en ti confío’. R.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.
No te sucederá desgracia alguna,
ninguna calamidad caerá sobre tu casa,
pues el Señor ha dado a sus ángeles la orden
de protegerte a donde quiera que vayas. R.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.
Los ángeles de Dios te llevarán en brazos
para que no te tropieces con las piedras,
podrás pisar los escorpiones y las víboras
y dominar las fieras. R.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.
’Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor,
yo te libraré y te pondré a salvo.
Cuando tú me invoques, yo te escucharé,
y en tus angustias estaré contigo,
te libraré de ellas y te colmaré de honores’. R.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

Segunda Lectura
Rom 10, 8-13
Hermanos: La Escritura afirma: Muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, se encuentra la salvación, esto es, el asunto de la fe que predicamos. Porque basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse.

En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación. Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.
Palabra d Dios
Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio
Mt 4, 4
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
No sólo de pan vive el hombre,
sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Evangelio
Lc 4, 1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: ’Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan’. Jesús le contestó: ’Está escrito: No sólo de pan vive el hombre’.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: ’A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras’. Jesús le respondió: ’Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás’.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: ’Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras’. Pero Jesús le respondió: ’También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios’.

Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

’ NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE ’
Introducción
Al comienzo de la Cuaresma podemos tener la tentación de preguntarnos: ¿Qué me puede aportar otra Cuaresma más? Es verdad que muchos hemos visto pasar varias Cuaresmas, y quizás tengamos la impresión de que a pesar de habernos tomado en serio este tiempo litúrgico, con frecuencia seguimos en el mismo punto.

Sin embargo, la Iglesia nos vuelve a lanzar su invitación cada año, como el entrenador que invita a sus atletas al entrenamiento. El atleta serio sabe que debe esforzarse mucho en el ejercicio, sabe que su rendimiento no va a cambiar de la noche a la mañana; y, sin embargo, no deja de entrenarse porque quiere mejorar gradualmente, quiere llegar a ser mejor, y mantiene la esperanza de llegar a la meta unas fracciones de segundo antes que el segundo. Para nosotros, cristianos, el objetivo de nuestro entrenamiento cuaresmal es llegar a ser mejores discípulos, acercarnos más al Señor, fortalecer nuestra amistad con él, vivir más intensamente nuestra condición de hijos de Dios. Y los grandes ejercicios recomendados para nuestro entrenamiento son la limosna o la caridad, la oración y el ayuno.

Durante este tiempo, dejémonos interpelar por el Señor y tomemos el camino de la Cuaresma con generosidad y confianza. Corramos el riesgo de que el Señor haga de nosotros mejores discípulos, mejores hijos de Dios.

Para no desviarnos de la ruta cuaresmal, tomemos como punto de partida las Palabras con las que Jesús venció al tentador en el desierto: Acojámonos a la Palabra de Dios, que no solo es el alimento de nuestro espíritu, sino también una espada y nuestro escudo; prefiramos a Dios antes que a los ídolos que nos esclavizan; confiemos inquebrantablemente en sus promesas, aunque de momento no veamos ni de lejos su realización definitiva.
Fray Manuel Ángel Martinez Juan
Convento de San Esteban (Salamanca)

Comentario al Evangelio de hoy domingo, 6 de marzo de 2022
Enrique Martínez de la Lama-Noriega
TIEMPO PROPICIO PARA SEMBRAR EL BIEN
«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Gálatas 6,9-10a)



Me ha parecido oportuno, en este pórtico de la Cuaresma que dio comienzo el pasado Miércoles de Ceniza, centrar mi reflexión no en las lecturas del domingo, sino en el Mensaje del Papa para este tiempo, que toma de la Carta a los Gálatas (6, 9-10): «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos»

El tiempo de Cuaresma es un tiempo propicio, favorable, para afinar los acordes disonantes de nuestra vida cristiana, y recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor. La Iglesia nos propone prestarle especial atención a todo aquello que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente. Así que es un tiempo que mira a la Pascua. (Papa Francisco 2018)

Es un tiempo propicio, oportuno, para todos aquellos que no se sienten satisfechos y en paz consigo mismos, con los otros o con Dios, y están dispuestos a moverse, caminar y cambiar. Pues la Cuaresma es un camino (salir de donde estamos, movernos, dar pasos, avanzar, llevar una dirección) para ir hacia la Vida que nos ha ofrecido Jesús.

Es un tiempo propicio para cambiar de mentalidad, de criterios, de actitudes y de hábitos rutinarios que ya nada nos aportan (esto es la «conversión»), de modo que la verdad y la belleza de nuestra vida no se centren tanto en el poseer como en el dar, no tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir, no tanto en mí mismo, como en los otros,

Y es también un tiempo propicio, como nos dice este año el Papa, para sembrar el bien.

El sembrador por excelencia es Dios mismo, que generosamente «sigue derramando en la humanidad semillas de bien» (Fratelli tutti, 54). Sus semillas nos llegan especialmente (aunque no solo) por medio de la Palabra, por lo que este es un tiempo propicio para escucharla con frecuencia, de modo que nos ayude a madurar y hacer fecunda nuestra vida.

Pero el Dios Sembrador ha querido contar con nosotros (contigo) para ser sus colaboradores, aprovechando el tiempo presente («hoy es el tiempo de la misericordia»). Y hacerlo generosamente, sin medir el esfuerzo, ni tampoco los resultados. Escribió San Pablo: «Mirad: el que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará». (2Cor 9, 6).

Es verdad que muchas veces no veremos los frutos de nuestra siembra, como dice el Evangelio: «Uno siembra y otro cosecha» (Jn 4, 7). Por eso es de una gran nobleza poner en marcha procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra (son «semillas»). Sembrar el bien de este modo, gratuitamente, sin que podamos disfrutar de los resultados nos libera de las estrechas y frecuentes lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones un mayor valor.

Por eso no podemos dejarnos atrapar o apagar por el «cansancio» o por la falta de resultados.

+ Y es que nos cansamos al ver que nuestros sueños y proyectos se frustran por tantos motivos

+ Nos cansa mirar de frente tantos retos que nos afectan, al reconocer que nuestros recursos son escasos o pobres.

+ Nos cansa este ya largo tiempo de pandemia que tantas cosas ha limitado o eliminado, que tanto ha debilitado la salud física o mental de muchísimos, y las relaciones personales, y...

+ Nos cansamos al ver que el ser humano, a pesar de su larga historia, sigue utilizando la violencia, la fuerza, el enfrentamiento, el menosprecio del distinto, la guerra... para «resolver» sus conflictos, que así nunca se resuelven, y no pocas veces dejan las cosas peor.

+ Nos cansa (y escandaliza) el comportamiento de algunos miembros de la Iglesia, o lo lentamente que avanza en ciertos temas necesarios...

+ Nos cansan a menudo los que tenemos más cerca, porque si el roce hace el cariño (como dice el refrán), también hace que salten chispas.

+ Nos cansan los políticos y sus recursos poco éticos para conseguir el poder, a la vez que se desatienden tantas necesidades reales de los ciudadanos. Y nos cansan los bulos, la falta de trasparencia, los intereses ocultos...

+ Y también nos cansamos a menudo de nosotros mismos: porque no avanzamos, repetimos los mismos errores y pecados, y muchos de nuestros mejores deseos y propósitos ... no los llevamos a la práctica...

Precisamente en los momentos de cansancio, de desánimo, de oscuridad... es cuando aprovecha el Tentador para proponernos (Evangelio de hoy) con «razonables» argumentos, que nos encerremos en nosotros mismos, que busquemos nuestro propio interés, que nos refugiemos en el individualismo egoísta o en la indiferencia hacia los otros, o esperemos que sean otros o el mismo Dios quien encuentre las soluciones. Sin embargo, Dios «da fuerzas a quien está cansado, acrecienta el vigor del que está exhausto. […] Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas; corren y no se fatigan, caminan y no se cansan» (Is 40,29.31). La Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor.

Por eso el Papa nos ha invitado:

+ No nos cansemos de orar. Jesús nos enseñó que es necesario «orar siempre sin desanimarse». Necesitamos orar porque necesitamos a Dios, contar con Él, apoyarnos en Él. La fe no elimina las dificultades de la vida, pero nos permite atravesarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que nos ofrece el Misterio Pascual.

+ No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Aunque sea sólo un poco: podemos seleccionar algún aspecto concreto de nuestra vida, buscar algún recurso oportuno, marcarnos pequeños objetivos... El ayuno puede fortalecer nuestro espíritu para la lucha contra el pecado.

+ No nos cansemos de acudir al sacramento la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar

+ No nos cansemos de luchar contra los deseos incontrolados de bienes materiales, de placeres inadecuados... La austeridad de vida, el autocontrol y la generosidad deben ser nuestros estilos de vida.

+ No nos cansemos de luchar contra el riesgo de dependencia de los medios de comunicación digitales (móviles/celulares, redes, etc), que empobrecen las relaciones humanas. La Cuaresma es un tiempo propicio para cultivar una comunicación humana más integral hecha de «encuentros reales». Aprovechemos esta Cuaresma para cuidar mejor a quienes tenemos cerca, y hacernos prójimos de aquellos hermanos que están heridos en el camino de la vida.

Por tanto, no nos cansemos de sembrar el bien. Tenemos la certeza en la fe de que «si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos» (la «cosecha» de lo que Jesucristo sembró dio mucho futo «a su tiempo»), y de que, con el don de la perseverancia, nuestro grano sembrado dará muchos frutos, porque el Espíritu del Señor es quien los hace fecundos. Lo nuestro es sembrar. Que tu Cuaresma merezca la pena.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

’ No sólo de pan vive el hombre ’

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.