Xóchitl no va
Ana María Ponce Martínez
La derecha, representada por los que todavía se afianzan a una coalición que ya de tiempo hace agua y cuyo final se acerca pronto, al no tener cuadros dignos que la representen y que puedan llegar a contender por la presidencia de la República, han echado mano del artefacto que les sirvió para arrebatar a los pueblos y comunidades indígenas sus territorios.
En efecto, recordemos a la Xóchitl Gálvez de Vicente Fox, que confundía el ser indígena con ser lépera, ignorante y torpe. Una mujer que las veces que intervenía públicamente lo hacía como bufona del régimen neoliberal y a quien, con toda desfachatez, los conservadores pusieron al frente de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas para que, desde ahí, les operara el despojo de los territorios indígenas.
Ahora bien, la derecha rapaz, en su desesperación por la ausencia de cuadros dignos, de los que pudieran echar mano, solo tienen el discurso trillado de que la posición de poder económico que ostentan lo han hecho con su propio esfuerzo, aunque se trate de la misma gata revolcada y mentirosa.
Desempolva un desgastado disfraz de figura indígena, venida a más, dice que gracias a que fue luchona desde niña, ya que, según el discurso político que como ola se ha desencadenado por los medios de comunicación masiva de derecha, Xóchitl Gálvez vendió gelatinas desde su corta edad, aunque como dice Fabricio Mejía, las cuentas no le dan.
El discurso, por demás mitómano de la derecha, nos expone la historia de una niña, pobre, sin refrigerador, que hacía, ella misma, 600 gelatinas diarias, las cuales, también vendía el mismo día. Situación que la coloca como una súperniña, que dejó la pobreza y obtuvo la opulencia en la que ahora vive, gracias a su esfuerzo personal y constante.
Por otra parte, la historia que nos cuentan los medios sobre Xóchitl, parte de retratar a la niña, pobre e indígena, que cambió su destino al venirse a vivir a un cuarto de azotea de la Ciudad de México, mientras estudiaba una carrera universitaria, que le permitiría fundar empresas con las que amasó su gran fortuna y, sin dejar de pintarla como una niña prodigiosa pero que sufrió mucha violencia desde la casa materna.
Sin embargo, estos medios y la propia Xóchitl Gálvez, poco nos dicen de la Xóchitl que, desde esta Ciudad de México y ya empoderada y abrazando la ideología neoliberal, se olvidó de sus orígenes indígenas —si es que acaso los tuviera— y que, a partir del año 2000, fue la encargada de dar la anuencia, fast track, al otorgamiento de las concesiones mineras en los territorios indígenas, desde la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
La Xóchitl que ahora y oportunamente se asume indígena, se ve expuesta a los ojos de todas las personas, como la traidora que es, a sus orígenes, porque es de suponerse que la instrumentalizaron como indígena, ya que se ostentaba con esos orígenes indígenas, y se esperaba que apoyara la preservación de la tradición, la lengua, la cultura y la tierra indígena; se esperaba de ella la defensa efectiva de los pueblos y comunidades indígenas, lo que no aconteció, ya que en su lugar, convenientemente se mimetizó, se plegó para obtener las anuencias por parte de los pueblos originarios, de sus territorios, para el otorgamiento de las concesiones mineras en un sólo día y con una sola firma.
Luego, gracias a la no defensa del territorio indígena, que actualizó desplazamiento y muerte para la población asentada en esos territorios, aun cuando se asuma indígena, la historia la coloca como una gran traidora a los pueblos y comunidades indígenas, al haber servido sólo al gran capital y a las neoliberales compañías mineras mexicanas y extranjeras. De ahí que un Vicente Fox senil y extraviado, la quiera utilizar para que sea ella y su mano que firmó miles de autorizaciones para las concesiones mineras en territorio indígena y comunal, quien devuelva a la derecha sus privilegios ganados a la mala, en detrimento del pueblo de México.
Los medios de comunicación masiva de la derecha, tampoco nos exponen la forma fraudulenta con la que Xóchitl Gálvez hacía negocios con las empresas familiares y los permisos que otorgaba como servidora pública, también en su desempeño como delegada en CDMX.
Por todo lo que ha representado Xóchitl Gálvez para los mexicanos, aunque nos la pinten de indígena, pobre venida a más por su propio esfuerzo, virgen de los milagros para que se esfume la cuatro T para que regresen los neoliberales, o nos la retraten como europea con media lengua, nosotras, las y los mexicanos ya la conocemos, sabemos que sólo ha sido una mujer corrupta, voraz y mentirosa, que no va a tener cabida en nuestro país humanista que los y las mexicanas estamos construyendo.
¡El pueblo ha dicho basta! No más ignorantes, vendepatrias y aspiracionistas en el Gobierno de México. La ciudadanía ya no les cree, y se necesita más que publicidad para colocar a una mujer con tantas falencias en la silla presidencial. Xochitl no va.