Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Hace dos años, la señora Evelyn Salgado fue reconocida triunfadora en las elecciones de gobernador de Guerrero, en medio de vítores entusiastas de miles de simpatizantes que avalaron la candidatura de una mujer que no era política. Desconocida.
Con notorias carencias de conocimiento en el arte de gobernar. Pero hija de quien fue impedido de ser el candidato de Morena, debido a señalamientos de pésima conducta.
Para Morena y para el Primer Mandatario, el gobernador que seguiría en turno debería ser el amigo cercano. Fiel al proyecto de destrucción. De dictadura. De desaparición de instituciones y de otros fenómenos negativos que han surgido desde 2018 con el disfraz de amor a los pobres.
La duda sobre su triunfo en las elecciones luego de múltiples señalamientos muy fuertes en su contra, provocó que desde la más alta esfera política se urdiera la idea de postular a la hija. De esa manera, quien estaba impedido sería de todos modos el gobernador real y en los momentos que ahora vive la entidad, esa realidad pervive con todos los males que puede acarrear una liga que en el estado del sur, muchos señalan, con el denominado crimen organizado.
¿A dónde podría conducir un mandatario imposibilitado para gobernar por razón de sus carencias visibles de experiencia. De conocimiento por no haber tenido en dónde abrevar en una entidad en donde la fuerza de los criminales ha crecido como jamás y la falta de persecución coadyuva para que se refuerce cada día y para que los grupos que aparecen por doquier se fortalezcan? ¡Obviamente, a un estado fallido! En eso se ha convertido Guerrero.
Seguramente, en otro momento de la historia mexicana, el gobernador ya hubiera sido depuesto, como ocurrió siempre. La fuerte exigencia de la ciudadanía y en algunas ocasiones de los estudiantes universitarios que se alzaban con gritos valientes y con decisión inquebrantable de llegar a las últimas consecuencias, pegaron en el corazón de los mandatarios federales.
Hoy eso es imposible. El Primer Mandatario es el primero en defender contra viento y marea a todos los funcionarios que evidentemente fallan. Hoy se ha inventado la frase ’yo confío en él’, con la que se exime la investigación y como consecuencia, la acción de la justicia. La mínima indagatoria de los actos de los dos gobernadores, como de la alcaldesa de Chilpancingo y como de muchos otros funcionarios, arrojaría datos verdaderamente espeluznantes.
Pero igualmente hoy, en Morena, todos esos funcionarios gozan de cabal salud.
Cuando inició la actual administración hace dos años, había gente en Guerrero realmente exultante. Habían llegado los mesías, padre e hija a gobernar. Un guerrerense observador me dijo: así son los guerrerenses. Se entregan y son capaces de besar al candidato. Pero dos meses después comienzan a mentarte la madre.
¿Sabes por qué? Porque no les tocó un hueso.
Todos quieren uno’.
Hoy, precisamente dos años después, esas conductas ya aparecieron hace algún tiempo. Pero la fama de matones y rebeldes parece haber quedado en la historia. Es más fuerte que esa condición, la presencia de los grupos criminales que se multiplican como conejos gracias al permiso de los mandatarios, con capacidad ilimitada de someter a cualquiera gracias al armamento que poseen y desde luego, a la tolerancia de las autoridades.
En Guerrero ya no es posible transitar por sus carreteras. Están, más que nada, al servicio de las hordas de delincuentes. Nadie. Absolutamente nadie mueve un dedo para devolver, por lo menos esta actividad, a la normalidad. Desde hace algún tiempo que las casetas están acaparadas para depositar los dividendos que brinda, en manos ajenas al destino usual.
Hoy detienen a los conductores y en el mejor de los casos, sólo son despojados de sus carros. En el peor, los secuestran y luego aparecen asesinados. Mientras, la señora gobernadora inaugura —acaba de hacerlo— un refugio para perros, mientras el estado se hace pedazos.
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