Opinión
José Jiménez
Del anuncio y después la declaratoria tenemos en promedio veinte meses, a más menos unos 620 días, de que vivimos, padecemos y sufrimos la enfermedad llamada genéricamente pandemia COVID-19, causada por el coronavirus SARCOV-2.
En este lapso de tiempo en México se han cruzado las etapas de alerta que dio a conocer la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la adaptación del sistema de salud nacional y de cada estado, impacto que, al tener las olas de contagio abierto, provoca los índices más altos hospitalización y de fallecimientos. De ir sobre esta ruta, el país simulará un auto que viaja a alta velocidad por la noche sin luces guía en el camino.
Se informó al personal de salud que tenía que dar indicaciones de cuidado y manejo en un contexto de tensión generalizada, cuando toda la población tenía duda sobre uso del cubrebocas, el uso de medicamentos y de los tratamientos; del requerimiento y uso de los ventiladores o máquinas de respiración, de la sana distancia, de la limpieza de espacios, o del uso de sustancias para hacerlo.
La espera y distribución de las vacunas en el mundo, jugaron dentro de las tenciones de poder político global, inclusive en esto entro el manejo informativo de la localización del origen y las causas; aun ahora prevalece la pregunta de si fue un proceso por consumo de animales sin los cuidados sanitarios o un experimento salido de un laboratorio.
Los anuncios de las pruebas para saberse contagiado o no, de la o las vacunas fue un instrumento político de control que mostraba además el manejo y la derrama económica millonaria inimaginable concentrada en firmas fabricantes de medicamentos. El detener la actividad social y económica en todo el mundo, en que el miedo social también fue un factor decisivo.
En este grueso resumen no puede olvidarse el hecho que los sistemas de salud gubernamentales fueron superados, rebasados, mostraron su debilidad al ser diseñados en una visión privada en que se dejó de aplicarle recursos para su desarrollo y e de tener un alcance social.
Una enfermedad, una epidemia, una pandemia es un fenómeno social que debe verse en forma social.
Así en los momentos difíciles hicieron falta enfermeras, médicos, personal de promoción de la salud, consultorios, hospitales, laboratorios, instrumentos, medicinas, recursos todos para la investigación.
Aún faltan hoy. Deben formarse y tenerse hoy.