Los Juegos Olímpicos de París 2024, ’la Ciudad de las luces’, se vieron envueltos en polémica durante su ceremonia de inauguración debido a la gran cantidad de simbolismos luciferianos que fueron presenciados en las pantallas de al menos 2 billones de personas, mismos que no pasaron desapercibidos por los internautas que los descubrieron e identificaron.
Los mensajes venían "ocultos" en diversos segmentos de la ceremonia.
La obsesión con los números
Francia es conocida como la puerta de entrada de la masonería al viejo continente, pues si bien el rito iniciático antiguo y aceptado viene de Escocia, fue tras la introducción al país galo que tuvo su era dorada. El propio lema oficial de Francia ya como República es el de “Libertad, igualdad y fraternidad”, retomada justamente en la francmasonería como la tríada que define los ideales filosóficos de la agrupación.
De entrada, no fue casualidad la duración de la ceremonia. Algunos medios la mencionaron como de “casi 4 horas” y otros más precisos reportaron que fueron 3 horas y media. En realidad, fue planeado para durar 3 horas con 33 minutos, es decir, 3 veces 3, mostrando la obsesión de estos grupos -antes secretos y ahora discretos-, con los números.
En una interpretación kabalística (práctica judeo-masónica que relaciona los 22 caminos que recorren las 10 séphiras judías, mismas que coinciden con el alfabeto hebreo y con los arcanos mayores del tarot), conocida comúnmente como mera numerología, la fecha 2024 lleva al 8 (Fuerza | Amor) así como el 26 de julio lleva al 15 ( Demonio | Ilusión). Apareciendo juntos ambos arcanos mayores, según se ha leído en internautas, tendrían por interpretación la de “derramar el vaso de Hermes”, es decir, mera promiscuidad, mensaje que sería reforzado por otros símbolos.
La edición de los juegos es la número 33, número masónico que hace referencia a los grados litúrgicos y que a su vez se asocian con las vértebras en el cuerpo humano.
En Londres ya se habían observado símbolos alusivos a la francmasonería.
Antonieta sin cabeza
Antes de comenzar la presentación de una banda local de heavy metal, apareció una María Antonieta que mientras sostenía su cabeza cercenada cantaba “Ah ! ça ira, ça ira, ça ira, Le peuple en ce jour sans cesse répète” en un palacio de Versalles que después se llenaría de efectos de fuego y sangre.
Más allá de usarse como un recurso dramático para narrar el momento de la historia francesa en que se extinguió la monarquía absoluta y, dejando de lado que era un espectáculo supuestamente destinado a enaltecer el deporte así como para ser visto por todas las audiencias, los internautas habrían identificado otro mensaje oculto.
La cabeza cercenada que “sigue con vida” es ocupada en la tradición cristiana para referirse a Juan Bautista, cuya cabeza fuera presentada en bandeja de plata por exigencia de Salomé. Allí su simbología no es muy profunda: está muerto pero no lo está.
La cabeza decapitada hace alusión a Baphomet, una cabeza barbada y deformada con múltiples simbolismos esotéricos que fue objeto de ejecución de la Orden del Temple (Templarios) cuyo último maestre, Jaques de Molay, fue quemado en la hoguera justamente en la capital francesa.
Baphomet suele ser representado como un macho cabrío que es de hecho la interpretación pictórica más popular del antagonista al cristianismo.
El barquero y el jinete
Unos niños persiguen a Zinedine Zidane por el subterráneo. Posterior, los infantes llevan la antorcha por unas catacumbas (los cráneos son mostrados en primer plano) y conducen la llama olímpica hasta llegar a la orilla del río Senna. Es allí cuando encuentran la representación de Caronte, quien es encargado de llevar a las almas al inframundo. Su entrada es amenizada por El fantasma dela ópera que después cambia a una música tétrica.
Posterior, detrás de ellos, la humanidad, representada por las delegaciones del mundo, van detrás también de Caronte para ser guiados hacia su destino. Para que no haya duda sobre la simbología ocupada, el primer país en salir a pantalla fue Grecia. Aunque se representa que van hacia la muerte, el mensaje es el de “Todo irá bien”.
Respecto al jinete, usuarios de redes sociales tomaron fragmentos del libro de revelaciones para describir la inusual representación. El que sea un caballo blanco y la identidad del jinete desconocida no hace sino agregar simbología a la representación.
Dionisio y la última cena trans
Probablemente la escena más viralizada fue la de la parodia de la “Última cena”, misma que hizo mofa del famoso cuadro pero representado por trans. Aunque se trata de una pista, el encuadre seleccionado proyecta una mesa idéntica a la pintura en cuestión e incluso la mujer al centro lleva una corona de 7 puntas.
Dicho número de puntas es un guiño a la estatua de la Libertad, la cual a su vez es una representación de Luzbel, que en francmasonería también es conocido como Prometeo. El 77 es asociado con el arcano de la Carroza, mismo que representa "victoria" y por ello también se asocia con Niké. Es este personaje quien encabeza las diversas representaciones de vicios reunidas en la mesa como apóstoles, según internautas.
Reforzando lo anterior, lo de una mesa donde convergen todo tipo de vicios -que nada rienen que ver con una justa deportiva ni con un pasaje historico del país anfitrión-, aparece en escena sin que tenga más que ver, salvo seguir la cronología simbólica, Dionisio, mismo que es asociado a los excesos, especialmente al vino.
Otra de las representaciones del mismo, sobre todo en el sentido esotérico, es Pan, que por característica suele ser un macho cabrío (un fauno, parecido a Bafomet) y que es siempre representado de color azul. Aunque en un principio no se trataba de la misma deidad, suele ser asociado como el mismo personaje por el esoterismo, al grado que a Pan se le representa también, además de su flauta para tocar música, con una jarra con vino (un sincretismo con Baco).
Otro aspecto que llamó la atención dentro de la simbología de los vicios y la perdición es la aparición de una niña, misma que se encuentra acompañada por un adulto, en una juerga de mayores, como si fuese una situación natural, lo que algunos internautas han asociado con la pedofilia que existe en las élites. Lo que sea que hayan intentado comunicar aquí, deja un mensaje siniestro que no tendría nada que ver con un evento deportivo.
Baal y el fuego olímpico
Si se trata de simbolismos, probablemente el más representativo es el de la misma llama olímpica, la cual conmemora el robo del fuego (conocimiento) de Prometeo para después entregarlo a la humanidad. Por dicha simbología las logias siempre han asociado a Prometeo con Lucifer. Una de las tomas difundidas en redes muestra el cuidado que tienen con los encuadres para realizar dicha representación con el pebetero.
Otro símbolo que apareció en los juegos olímpicos y que aparentemente sería disonante con el evento deportivo es el de una cabeza de toro, la cual en simbología se asocia con Baal. Para mayor referencia, después de que Moisés bajó con las tablas de las leyes, los hebreos adoraban al becerro de oro (Toro), lo que habría provocado la ira del dios judío.
En las creencias iniciadas, la tierra pasa por ciclos equinocciales aproximadamente cada 2 mil años, correspondiendo las mismas a una posición zodiacal relativa del sol. La era del Toro o de Baal, correspondió con la de Thor o Apis en el antiguo Egipto. Liego vino la del carnero (con la que se confundió el nombre con el que nombraban a Cristo, quien en realidad llegó en Piscis o era de Pax| Pez) y recién el siglo pasado entró la era de Acuario.
Cada era es de luz u oscuridad, y como no puede haber una visión completamente dicotómica en su cosmología filosófica, a cada era de oscuridad corresponde un gran Kabir, como a cada era de luz un gran impostor (o anticristo).
Otras simbologías que asociaron es la de el logo de la francmasonería en la Torre Eiffel -así concebida por su promotor Gustave, que era masón-, a la vez que aparece Ayin al haber sido colocada al revés (letra hebrea correspondiente al arcano 15, ya descrito). También se mira la cara de Bafomet (un rostro barbudo) desde el aire por efecto de la pareidolia.