Los fans y la crítica lo comentan desde hace tiempo: Disney en general y Marvel en particular han perdido algo de la infabilidad de sus días de gloria debido a una política de saturación de las pantallas que ha acabado haciéndoles daño.

Bob Iger ha renovado su contrato como CEO de Walt Disney Co. hasta 2026, traicionando así sus propios planes de volver solo momentáneamente al cargo, con la intención de buscar un sustituto desde el día uno. Estaba previsto que dejara de nuevo el puesto a finales de 2025, pero la situación actual de Disney ha hecho que la compañía se replantee su permanencia. Iger sorprendió a propios y extraños cuando volvió al cargo en noviembre de 2022, después de un par de años en los que Bob Chapek tomó su puesto en los complicados años de la pandemia y después de 15 años de triunfos de Iger.


Disney tiene dramas. Disney lleva meses atravesando una época de crisis en la que se han cerrado parques, se ha entrado en conflicto con intérpretes, se han anunciado despidos y se ha hecho frente a la crisis del streaming con subidas de precios. Iger parece una especie de jugada segura después de aquellos gloriosos quince años en los que catapultó el prestigio de la compañía, pero es consciente de la crisis de imagen que tiene Disney y de la necesidad de reinventar sus negocios de televisión lineal, como ESPN y Disney Channel, que ocasionan grandes pérdidas en la era del streaming.

Pixar también mal. No solo Marvel ha sido la principal afectada por estas decisiones el estreno de tres películas de Pixar directamente en streaming Soul, Luca y Red, pese a su extraordinariamente calidad, han hecho que las dos películas posteriores de Pixar estrenadas en cines hayan pinchado en taquilla Lightyear y Elemental. "Creo que eso puede haber creado una expectativa en el público de que iban a estar en streaming y, probablemente, rápido, y no había urgencia en verlas en cines. Y creo que también hubo algunos fallos creativos", afirma Iger.

Autocrítica siempre bien recibida. Este tipo de reflexiones no suelen ser habituales en Disney, que no da cifras de audiencia de Disney+ ni está acostumbrada a que franquicias monolíticas como Marvel o Star Wars tengan tropiezos de taquilla. Por eso, y aunque es obvio que en los despachos se habla de qué funciona y qué no, es bueno para la compañía que Disney reconozca qué cree que ha hecho mal y qué transmita la sensación de que va a corregir sus errores. Sobre todo si, como reconoce Iger, buena parte de los problemas se deben a una mala calibración de las posibilidades del streaming y a un posible agotamiento de según qué sagas.
