• Julio Menchaca y la aplastante derrota de su equipo. • La desvergüenza de la firma de asesoría de Alejandra Sota. • El fantasioso exdiputado quiere reflectores.
Julio Menchaca y la aplastante derrota de su equipo.
El futbol y la política siempre van de la mano, es común ver a políticas y políticos enfundarse en el jersey su equipo favorito y publicar en redes su afición el día de un juego importante.
Por eso no extrañó que el gobernador electo de Hidalgo, Julio Menchaca, hiciera lo propio con la playera de los tuzos.
Lo que causó sensación es la metáfora deportiva que utilizó al finalizar el juego, en que América venció 3-0 a Pachuca, para confirmar que reclamar o patalear ante una contundente derrota no solo es inútil sino ridículo.
¿Habrá recibido el mensaje el equipo rival?
El Pachuca, no piensen mal.
Hablando del equipo rival, -de Menchaca, no del Pachuca-, en días pasados, por ahí del martes, llegó un mensajero a la sede nacional del PRI, en Insurgentes Norte, ingresó por el torniquete principal y se dirigió hacia el Edificio López Mateos, de donde lo mandaron al edificio Lázaro Cárdenas, donde finalmente lo mandaron a volar.
El emisario llevaba la atenta solicitud de pago por los servicios prestados por asesoría externa en la campaña de Carolina Viggiano en materia de estrategia política y mediática, de la empresa de una consultora, panista por cierto, de mucho renombre pero pocos resultados.
Ni la burla perdonan, quieren cobrar el resto de su tarifa aún con los paupérrimos resultados que obtuvieron.
A las redacciones de varios medios llegó un mensaje por correo electrónico y algunos por WhatsApp que pretendía ser un «comunicado» en el que un personaje cuyo nombre no vale la pena recordar, ese que se retrataba con folders viejos y fantaseaba con arreglar la vida pública del estado de Hidalgo, pedia a gritos que se informara eso tan importante que envió, que sus cuentas de redes sociales habían sido «clonadas» suplicando a sus amigos no caer en provocaciones.
Como nadie lo peló, pues no hubo peligro de caer en esas ventoleras provocaciones.