Mientras tocaban bandas militares y una procesión de miembros de la realeza escoltaba su ataúd hasta la iglesia, el príncipe Felipe fue sepultado el sábado en una ceremonia fúnebre que honró su vida de servicio al Reino Unido, a la corona y su esposa: la reina Isabel II.
El príncipe Felipe, quien murió el 9 de abril, dos meses antes de su cumpleaños número 100, fue honrado en el Castillo de Windsor con un servicio que estuvo impregnado de tradición militar y real, pero también reducido e infundido con su propia personalidad. Toda la procesión real y el funeral tuvieron lugar fuera de la vista del público dentro de los terrenos del castillo, una residencia real de 950 años a 20 millas (30 kilómetros) al oeste de Londres, pero se transmitió en vivo por televisión.