#Xochitl y #Huitzilin se amaban desde pequeños, y su amor creció tan fuerte como el sol. Cada tarde, subían juntos a la montaña para ofrendar flores a #Tonatiuh, el dios del sol.
Un día, la guerra los separó y, tristemente, llegó la noticia de que Huitzilin había caído en batalla. Cuando Xochitl lo supo, su corazón se rompió. Desesperada, subió a la cima de la montaña y le reclamó a Tonatiuh: ’¡No puedo vivir sin él!’
El sol, conmovido, extendió uno de sus rayos y acarició a Xochitl. En ese instante, ella se transformó en una flor de colores tan intensos como los propios rayos del sol.
Y justo cuando la flor se abrió, Huitzilin llegó en forma de colibrí posándose amorosamente en el centro de ella. Juntos, se unieron para siempre, y la flor desprendió un aroma intenso y misterioso...
Así nació el Cempasúchil, la flor de los muertos, que nos recuerda el amor eterno y la conexión entre los mundos.
Imágenes creadas con AI @Raíces Hueyotlipan Tlaxcala.