Así las Cosas…
Humberto Mares N.
Sin duda las decisiones del señor Donald Trump tienen al mundo atento y con las expectativas totalmente contrarias. La guerra nuclear o la paz y un acuerdo entre los países en cuestión.
En respuesta a los ataques de Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Irán, su parlamento aprobó el cierre del Estrecho de Ormuz, una franja marítima a través del cual fluye un 20 por ciento de la demanda mundial de petróleo y gas.
El Estrecho de Ormuz es un corredor marítimo de 167 kilómetros, que conecta el Golfo Pérsico con el Océano Índico y cuenta con la anchura y la profundidad suficientes para el tránsito de enormes buques petroleros que transporten crudo, productos petrolíferos o gas natural.
Esta es la verdadera causa por la cual Israel y sobre todo Irán, presionado por Arabia Saudita e Irak, aceptaron una tregua o alto al fuego en su guerra, dado que son países que producen mucho petróleo que pasa por ahí, y sobre todo los países europeos del sureste como Rusia y asiáticos como China, padecerían por la falta de gas y crudo.
Sea como sea, la causa del paro fue económica no humanitaria. El inicio de una tregua impuesta el lunes por Donald Trump, poco después de maldecir a ambos países por violar la tregua, que puso fin a casi dos semanas de enfrentamientos. Le bautizo como la guerra de 12 dias.
Según Trump la tregua debía comenzar en la madrugada del martes Irán debía ser el primero en detener unilateralmente todas las operaciones e Israel haría lo mismo 12 horas después. Sin embargo el Ejército iraní afirmó que Israel lanzó tres oleadas de misiles una vez comenzado el alto al fuego, Israel por su parte denunció el disparo de un misil iraní contra su territorio.
Ambos países han aceptado, luego del regaño del señor Trump, sentarse a dialogar con las partes y parar las hostilidades, pero dejaron claro que su objetivo de fondo, Irán seguir con su programa nuclear e Israel evitarlo a como dé lugar, no se ha cancelado, se ha pospuesto. Serán las posiciones que tomaran, que por el momento están detenidas.
Las joyas de la ciudad.
Una de ellas, joya ambiental, es el parque ecológico Loreto y Peña Pobre en la alcaldía Tlalpan, en donde he vivido por más de 40 años y es hermosa, porque cuenta con muchas zonas verdes, tal vez de las más bellas de la zona sur de la ciudad de México.
El parque Loreto y Peña Pobre es una área que anteriormente fue una fábrica de papel que cerro hace décadas para dar paso a un proyecto de regeneración urbana y ecológica y desarrollar un parque de educación ambiental.
Durante décadas los sureños hemos podido disfrutar de una área verde hermosa en donde gozamos visitarlo para tomar un café o comer, lo cual hice durante años y hace unos días lo volví hacer y nos encontramos con una área en total descuido.
Según los locatarios el parque declarado área de valor ambiental (AVA), está mal llevado cuando fue tomado en su control por el gobierno de la ciudad de México, en manos de Martín Batres. Anteriormente era responsabilidad de la alcaldía el mantenimiento de dicho parque y se manmtenia en buen estado.
Anteriormente podíamos los visitantes estacionarnos, hoy por lo pronto ya es muy difícil poderte estacionar. Según me señalaron los locatarios que visite y pregunte, antes recibían a cerca de 50 autos en su estacionamiento, hoy no reciben más de 14 que solo los trabajadores del parque pueden usar y no hay lugares para visitantes, lo cual ha causado que la asistencia haya bajado considerablemente. La entrada principal ya no existe, literalmente no hay puerta.
Es un parque dedicado al agua y recibe grupos de escuelas para conocer y aprender sobre el tema. Es de los pocos lugares donde tenemos agua de manantial y que no está debidamente atendido.
Según los locatarios con cerca de 30 años de actividades en el parque, señalaron que durante la administración anterior de la capital se publicó un decreto en la gaceta oficial de la Ciudad de México, que establece que el parque es declarado como AVA, área de valor ambiental, cuyo objetivo primordial es establecer un régimen de conservación, restauración y rehabilitación de los recursos naturales, para contribuir a la regulación de la temperatura, humedad y control de ruido y los más importante la recarga de los mantos acuíferos.
Un parque de esta magnitud vale la pena rescatarlo. Sería bueno que la hoy jefa de gobierno de la Ciudad de México conociera de este proyecto y lo apoyara, para rescatar una de las joyas del sur de la ciudad. Como vecino por 40 años de Tlalpan insistiré en su rescate, porque mi hijo creció en ese parque y muchos jóvenes vecinos también, y vale la pena que muchos niños lo visiten y disfruten de esa joya. Así las cosas, hasta pronto.