Opinión

Los libros de texto gratuito y su contenido

Los libros de texto gratuito y su contenido
Periodismo
Abril 16, 2021 23:20 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

A Estela Luisa por hacerme recordar
los primeros años en la escuela
Hace unos días, mientras realizábamos nuestra diaria revisión de las noticias, nos encontramos una en la cual se destacaba la controversia que ha suscitado la versión más reciente de los libros de texto gratuito. Ante ello, recordamos que un par de semanas atrás, nos habían compartido, vía la internet, la publicación del libro de primer año de aquel, lejanísimo, 1961 que aparece en la página de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito. Estos dos eventos nos hicieron trasportarnos a tiempos remotos de cuando iniciábamos el camino infinito de la instrucción a partir de aprender a leer y escribir. Ante eso, decidimos buscar los libros de texto de los grados subsecuentes y de pronto empezamos a redescubrir lo que fue el cimiento de todo lo que vendría después hasta nuestros días. Con su venia, lector amable, nos permitiremos dar un recorrido por aquellos tiempos y el contenido de algunos de aquellos libros a los que tanto debemos.
El verano casi terminaba, el otoño estaba por llegar y el invierno nos aguardaba con uno de los momentos más gratos de nuestra vida, era 1961. Como todos los de nuestra generación, al menos los de nuestro pueblo, Piedras Negras, Coahuila, íbamos a la escuela convencidos de que por ahí estaba el futuro. Acudíamos a una escuela pública, entonces las de mayor calidad, cuyo nombre es Francisco Pascual Estrada, misma que fuera creada por quien transformó, adelantándose a los tiempos, el concepto de la educación en el norte de Coahuila, el profesor Fausto Zeferino Martínez Morantes. En aquel año, aun quedaban los rescoldos de la controversia suscitada por la decisión que el presidente Adolfo López Mateos tomara, el 12 de febrero de 1959, para crear la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuito. Estaba convencido de que dadas las circunstancias era imperante que todos los alumnos tuvieran acceso a libros de texto y estos fueran proporcionados por el gobierno de manera gratuita. Claro que entonces, nosotros ni idea teníamos de esa controversia, simplemente asumimos como algo dado el recibir aquellos ejemplares. Desconocíamos que eso no hubiera podido concretarse sin el trabajo que desarrollaron personajes como el secretario de educación pública, Jaime Torres Bodet y el presidente de la comisión mencionada, Martín Luis Guzmán Franco a quien acompañaban en su labor como secretario, Juan Hernández Luna, y como vocales Arturo Arnaiz y Freg, Agustín Arroyo Chagoyán, Alberto Barajas, Alfonso Caso Andrade, José Gorostiza Alcalá y José Luis Martínez Rodríguez. Aunado a ellos aparecían como colaboradores pedagógicos, Soledad Anaya Solorzano, Luz Coronado, Amalia Monroy Gutiérrez, Dionisia Zamora Pallares, Arquímedes Caballero Caballero, Antonio Mansilla, Román Piña Chan y Antonio Barragán Saldaña. Todos ellos aguantaban los embates de quienes los descalificaban por poner sus conocimientos al servicio de una causa justa, la enseñanza de los infantes de México.
Muy grato fue encontrar las imágenes de aquella primera lección que Martha Nélida Riojas Carrasco nos enseñó. Era el libro de primer año escrito por Carmen Domínguez Aguirre y Enriqueta León González. En sus páginas, aprendimos a leer y escribir las palabras primeras que fueron trece. La pieza, se titulaba ’Oso’ y abajo se leía: ’Ese oso. Se asea así. Sí se asea. Así es su oso.’ Todo un triunfo representó poder leerlo y acto seguido escribirlo. Luego vendrían ‘Dado,’ ’La sala,’ y varias historias cortas que nos permitirían entrar en la segunda parte de aquel libro en donde encontramos poesías de Martí, Juan de Dios Peza, Gabriela Mistral, Nervo, José Sebastián Tallón, Tablada, García Lorca, Lope de Vega, Darío, y empezaban a adentrarnos en los personajes de la historia de México. Era el inicio de algo maravilloso que, con el correr del tiempo, habría de cambiarnos la vida para bien. Con esas bases, además del aprendizaje incipiente de la aritmética pasmos al segundo año.
Ahí, Rosa María Rodríguez Aguirre puso énfasis especial en que sus alumnos incrementáramos nuestro nivel de lectura y comprensión de sus contenidos. El libro empleado era el elaborado por Paula Galicia Ciprés. En medio de narraciones en las cuales se destacaba la importancia de la vida en familia y en la sociedad, se intercalaban poseías, se enseñaba la importancia del agua, inclusive como fuente generadora de energía, además de mencionarse con mayor amplitud la fundación de Tenochtitlan y la independencia de México. En ese año recordamos el día en que se nos comunicó que tomáramos nuestro libro porque íbamos a ir a pararnos a la esquina que forman las calles de Xicoténcatl y Allende. Acto seguido, nos dijeron que por ahí pasaría el presidente López Mateos y que al momento en que lo viéramos deberíamos de alzar el ejemplar y gritar: ‘Gracias señor presidente.’ Y ahí estuvimos hasta que se apareció el autobús en que viajaba don Adolfo quien, desde la ventanilla, con medio torso de fuera, nos saludara con una sonrisa agitando la mano mientras todos repetíamos, el estribillo que nos indicaron. En nuestro caso, aquel evento en ningún momento lo sentimos como un acto de acarreo, lo hicimos con mucho gusto y agradecimiento sincero, éramos, y seguimos siéndolo, lopezmateistas convencidos. Pero retornando a las aulas, ahí el aprendizaje era prioridad y, en ese contexto, se organizaba competencias de lectura de rapidez, para la mitad del año, ya éramos capaces de leer 200 palabras por minuto. Serían pocas o muchas, pero con eso nos fuimos al tercer año.
El inicio del año escolar era prometedor, María del Socorro Lozano Dávila estaba a cargo del grupo. Eso sí, la carga académica ya empezaba a mostrar dificultades mayores, las materias y los autores de los libros de texto con sus cuadernos de trabajo respectivos eran aritmética y geometría (Sofia Caballero y Berta Villaseñor), estudio de la naturaleza (Rosa María Novaro Vega), geografía (Carmen Domínguez Aguirre y Enriqueta León González), historia y civismo (J. Jesús Cárabes Pedroza). En ellos lo mismo entrabamos en el mundo de las figuras geométricas, volúmenes, operaciones matemáticas con mayor grado de dificultad, al tiempo que empezábamos a saber sobre las partes del cuerpo humano, se daban consejos de como cultivar la tierra, así como el cuidado de los animales. Se nos introducía al conocimiento de las diversas culturas primigenias que poblaron nuestro país, de como se dio la conquista y la forma en que se desarrolló el virreinato. De ahí brincaban a la Revolución Mexicana y una semblanza breve sobre el progreso alcanzado en los tiempos contemporáneo, sin que se mencionara nada sobre la Independencia y la Reforma. Las condiciones orográficas e hidrográficas del mundo y nuestro país, así como una breve reseñas sobre el universo eran parte de la información contenida en los libros de geografía. En medio de todo aquello hay dos situaciones por recordar. Las tardes en que la maestra se llevaba al grupo a jugar beisbol allá por los rumbos de lo que entonces se conocía como ’La Pedrada’ (ahí está ahora la Plaza de las Tres Culturas) o bien al campo ubicado en la parte posterior del Cuartel. Nada de que ella iba como espectadora, también lanzaba y tomaba la majagua. El otro asunto era el de un chamaco inquieto a quien la maestra no hallaba como tranquilizar, cuando mandó llamar a la madre de aquel insurrecto, encontró apoyo para tomar medidas que ayudaran a apaciguarlo, algo que no fue posible hacer del todo. Cuando la enseñanza marchaba muy bien, la profesora hubo de retirarse por motivos personales y, en su lugar, arribó alguien con métodos pedagógicos muy adecuados para el siglo XIX, principios del XX y facha de rebelde sin causa, de su nombre lo mejor es no acordarnos y pasar a lo acontecido durante el cuarto año.
Aquel periodo de 1964-1965, fue un año escolar de aprendizaje pleno, José Carlos Santiago Gómez era el nombre del maestro. Los temas eran continuación del año anterior, pero enseñadas con mayor detalle y profundidad. Las materias y los autores de los libros de texto con sus cuadernos de trabajo respectivos eran aritmética y geometría (Hermelinda Virgen Sánchez)), estudio de la naturaleza (Rosa María Novaro Vega), geografía (Rita López de Llergo)), historia y civismo (Concepción Barrón de Morán). Al revisarlos hoy, a casi seis décadas de distancia, nos ha traído no solamente nostalgia, sino que hemos entendido cuando fue que se adentró en nosotros la pasión por la historia, fue en esa época aun cuando pasarían muchísimos años antes de que incursionáramos en ella de manera plena. En ese año, además de la actividad en las aulas, fue un tiempo muy grato en las actividades ’panboleras,’ ahí andábamos atajando balones en medio del terregal de aquel campo denominado ’El Latino,’ ahí en donde ahora está la Escuela Secundara Benito Juárez. Pero vayamos al quinto año,
La maestra Lozano Dávila regresó a las actividades educativas por un tiempo, pero hubo de retirarse y tras de un desfile de varias personas al frente del grupo, llegó, casi a fínales del año escolar, Gertrudis Alicia Lozano Dávila para tratar de enderezar el desorden que se había creado con las variantes en quien impartía las clases. No obstante, la labor positiva que realizó, el tiempo ya no le alcanzó para corregir del todo las deficiencias, pero muchas fueron las inquietudes positivas que nos despertaron los tópicos de las materias cuyos libros de texto y con sus cuadernos de trabajo respectivos eran de la autoría de Mauricio Magdaleno (lengua nacional); Rosa María Novaro Vega (aritmética y geometría y estudio de la naturaleza); Rita López de Llergo (geografía); y, Amelia Monroy Gutiérrez (historia y civismo). El libro de lengua nacional, además de estar muy bien escrito era una muestra de cómo se podía invitar a los alumnos a conocer su país y el mundo, al tiempo que nos describía lo que entonces era algo incipiente, los viajes siderales, incluyendo la hazana de Yuri Gagarin quien fuera el primer hombre en viajar, el 12 de abril de 1961, al espacio. Aun nos quedaba por cursar el sexto año para concluir la parte inicial de lo que sería nuestra primera etapa estudiantil, largo camino quedaba por recorrer, pero antes había que concluir con aquello.
Andábamos por septiembre de 1966 cuando nos convertimos en discípulos de Jesús Cervera Gutiérrez quien empleaba un método pedagógico singular en donde a la impartición de cursos, se agregaban otro tipo de actividades deportivas y recreativas. En aquel año, por alguna razón que desconocemos no se contó con libros de texto para las materias de historia universal y geografía. En el primero de los casos, se optó por un libro de nombres similar al de la materia y en el segundo, su título era Geografía Universal, de los cuales no recordamos los nombres de sus nombres. Aunado a ellos, se utilizó para la lectura un volumen conocido como Cultura y Espíritu de la autoría de Santiago Hernández Ruiz. El ejemplar aun lo conservamos y cada vez que lo revisamos nos impresiona como en forma sintética se nos daba acceso a información sobre, geografía, historia universal literatura, poesía y varios tópicos más. A la par, estudiábamos la aritmética y la geometría de Julio S. Hernández y Aurelio López Orche y el estudio de la naturaleza en la obra escrita por Luz Coronado-Gutiérrez. Aquel fue el año en hubo concursos de todo tipo, en los de oratoria participábamos nosotros, algunos lo hacían en poesía y varios concursaban en los torneos de trompo, yo-yo y balero. Asimismo, eran infaltables los partidos de beisbol con pelota de goma y a mano limpia que practicábamos, a la hora del recreo y antes de iniciar el turno vespertino, en lo que entonces era un suelo de tierra vil, la primera base era un árbol, la segunda el monumento en cuyo tope se encontraba el busto de aquel en cuyo homenaje la escuela recibiera su nombre, una toma de agua era la tercera base y el home plate cualquier pedazo de cartón que se encontrara a la mano. Aunado a todo ello, se eligió la mesa directiva de los alumnos y este escribidor resultó electo como presidente. Pero antes de concluir el recuento de ese año, debemos de recordar que este escribidor en compañía de su primo, Gilberto Mata Ríos, nos íbamos a dar clases de alfabetización a algunas mujeres esposas de miembros de la tropa quienes no habían recibido los beneficios de saber leer y escribir. Así, llegamos al sábado 24 de junio de 1967 cuando se cerraba aquel ciclo.
En medio de todo lo relatado quedó, albergado en nuestro subconsciente, una lectura contenida en el libro de cuarto año de lengua nacional escrito por Carmen Norma. En las las páginas 73 y 74 hay una pieza titulada ’Adulación y Sinceridad,’ misma que nos permitimos reproducirla a continuación.
Quiso un soberano de oriente disponer de alguien que, siendo hombre de confianza, fuese a la vez sincero y hábil. Para el caso imaginó esta prueba; convocó a palacio a cinco de las personas de la ciudad más calificadas de juiciosas por todo el mundo, y así que las tuvo enfrente, les dijo mostrándoles cinco deslumbradores diamantes que llevaba en los dedos de la mano izquierda: -Os he reunido aquí con la esperanza de que escucharé de vuestros labios la verdad. ¿Veis estos cinco brillantes que iluminan mi mano? Pues serán premio a la sinceridad con que contestéis a esta pregunta: ¿Qué pensáis de mi poder y gloria? Hablad.
Cuatro de los personajes allí reunidos se apresuraron a responder. Fascinados por los destellos y el tamaño de los diamantes adularon al monarca a cuál más y mejor. Lo exaltaron en su grandeza; lo elevaron por sobre todos los héroes de la historia; ponderaron su talento y sus virtudes, y concluyeron encumbrándolo de tal suerte, que no hubieran descubierto expresiones mas lisonjeras para reconocer la magnitud y poderío de algún ser sobrenatural.
El rey se quitó entonces cuatro diamantes y los distribuyó entre quienes habían opinado. Después, dirigiéndose al único de los presentes que guardaba silencio, lo interpeló: Y tú -le dijo- ¿Por qué callas? Di tú también lo que piensas de mi poder y de mi gloria.
Pienso -contestó el interpelado - que vuestro poder es un deposito que la historia de vuestro pueblo os ha confiado para la felicidad de aquellos a quien gobernáis y cuyo fallo será inflexible al traer a juicio vuestra conducta; pienso que vuestra gloria será falsa y perecedera si la hacéis consistir en el esplendor y las conquistas, no en el fiel cumplimiento de vuestros deberes. El soberano respondió: No te doy a ti el quinto diamante, sino mi confianza y amistad. Permanecerás para siempre a mi lado, pues en ti tengo, al fin, el amigo verdadero que mi corazón buscaba.
A la mañana siguiente, los cuatro personajes agraciados con la dadiva de los diamantes volvieron al palacio, afligidos y confusos: -el joyero al que acudimos – dijeron al rey- para que valuara los brillantes que nos disteis declara que son falsos. El soberano les contestó: Tan falsos como fueron vuestras palabras.
Este conjunto de 376 palabras es algo que todos deberíamos de tener presente, independientemente de la actividad a la que nos dediquemos. Desafortunadamente, no todos atienden ese tipo de consejos y en los tiempos de gloria o, como dirían en el pueblo ’cuando les da el sol de frente,’ se olvidan de que aquello es transitorio y tienden a engolfarse creyéndose sabios e inteligentes dando mayor crédito al halago fácil que a la critica constructiva. Por supuesto, que también hemos conocido de quienes, a regañadientes, aceptan escuchar la voz de quien les alerta y no es proclive a la zalamería. De pasajes con calibre como el mencionado en los cinco párrafos previos, y la descripción que hicimos a lo largo de esta revisión, era el contenido de los libros de texto gratuito que se nos proporcionaban en aquellos tiempos. Con el conocimiento adquirido en ellos y guiados por la sapiencia de nuestros maestros, habríamos de sustentar todo lo que vendría en el corto, mediano y largo plazo, dividido en tres etapas de nuestra formación académica. Entonces nos preparaban para el futuro con base en los logros alcanzados hasta entonces, la visión era hacia adelante y no la de buscar retornar a un pasado que no era, ni es, factible repetirlo. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (21.15.49) Ahí estaba Lorenzo en la mitad del ruedo, acaba de retar al cacique quien se encontraba en los tendidos. Sabía que solamente cortando orejas y rabo podría salir de la plaza en hombros de los aficionados, de otra manera, los esbirros se lo llevarían y conocía cuál sería su fin. Así que, dejándose de gitanerías, hizo una faena de antología. Nos referimos, por supuesto, al ’Ave de las Tempestades,’ Lorenzo Garza Arrambide, y a Maximino Ávila Camacho, enfrentados por el amor de una tonadillera argentina a quien el primero brindó el toro llamándola la pu.. más pu.. de México. Aquello ocurría en los años cuarenta del siglo XX. ¿Acaso usted pensó que se trataba de otras circunstancias y personas en el ahora?
Añadido (21.15.50) ¿Quién estará aconsejando al gobierno estadounidense que se enfrasque en una disputa con Rusia? ¿Habrán olvidado que ese pudiera ser su mejor aliado para detener a China?
Añadido (21.15.51) Si alguien por ahí aun cree en lo que se presenta el campeón de las ’fake news’, la cadena CNN, le recomendamos los videos y grabaciones que exhibe ’Project Veritas.’ Muchos, en nuestro país, habrán de decepcionarse de sus ídolos.

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