Las abejas son pequeñas alquimistas del mundo natural. Poseen dos estómagos: uno para alimentarse y otro, el buche nectarífero, donde guardan el néctar que más tarde se convertirá en miel.
Cuando regresan a la colmena, lo comparten con sus compañeras, pasándolo de boca en boca en un delicado ritual biológico. Allí, las enzimas y la paciencia hacen el resto.
Una sola abeja obrera vive apenas cuarenta días y, en ese tiempo, visita unas siete mil flores para producir solo cinco gramos de miel. Lo que para nosotros es una cucharadita dorada, para ella es el legado de toda una vida.
*Así la naturaleza, buena semana @inakiaa*