Los comensales no son quienes deben asumir el rol de costear el salario de un mesero, dicha obligación corresponde a quien le contrata para realizar un trabajo y tanto su ingreso como el de toda la cadena que participa subsisten de los precios al público que son ofertados por el establecimiento, debiendo además, ser visibles, pues son un derecho del consumidor.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) tiene claros los lineamientos en lo que respecta al tema de las propinas en los restaurantes.
En primera instancia, Profeco destaca que los restaurantes no pueden exigir propina: ’esta es una gratificación voluntaria y por tanto, por ningún motivo puede incluirse en la cuenta sin consentimiento del consumidor’.
Así, si en un establecimiento la incluyen sin preguntar, se trata de una práctica que atenta contra los derechos del consumidor, es sujeta a ser denunciada, y la autoridad deberá sancionarla.
El monto que se quiera dejar, es el adecuado
Como la propina es un gesto voluntario de las personas que se otorga ante un servicio de excelencia, no existe mínimo ni se trata de una cuota, es decir, incluso si decide aportarse, no hay un porcentaje adecuado para la misma.
Una cuenta pequeña, de un solo café, puede llevar un monto desproporcionado respecto al total, como una cuenta grande puede tener un comparativo ínfimo, aunque nada despreciable.
“Tú decides si quieres dar propina y tú estableces el monto”, reitera la Profeco.
Cabe señalar que el camino para dignificar un trabajo no es normalizando la asistencia, sino exigiendo un pago justo por la labor que se realiza y profesionalizando la actividad, para que no sea simplificada a tal grado que pueda ofrecerla cualquier persona sin un mínimo de especialización.
Aunque en redes se han denunciado abusos de restauranteros, quienes incluso llegan a disponer de las propinas para pagar a los demás empleados, tal injusticia -que no debe ser soportada ni solapada- no puede transferirse al consumidor, pues maximiza su daño al ser triplemente injusta por perjudicar al comensal y al mesero en la misma medida que beneficia al restaurantero sin merecerlo -si una empresa no brinda un ingreso digno para todos sus colaboradores, entonces no es rentable y por tanto no puede llamarse negocio, pues si uno de sus eslabones saliera perjudicado en beneficio de otro, simplemente se trata de una nueva forma de explotación, pues se lucra a costa del trabajo de otros.Con información de El Financiero